Una fascinante historia sobre las primeras mujeres cooperativistas
Mucho antes de los Pioneros de Rochdale, considerados precursores del cooperativismo moderno, la Sociedad de las Hilanderas de Fenwick fue reconocida como una de las primeras experiencias cooperativas registradas en el mundo. Fue en 1761 cuando un grupo de mujeres se reunió para acordar la venta de un saco de avena a un precio justo.
Con el tiempo, se asociaron para realizar diversas actividades y, finalmente, en 1769, se constituyeron oficialmente como Sociedad de las Hilanderas de Fenwick. Lo que pretendían era fijar altos estándares en el bordado para garantizar así la calidad de los productos a comercializar, y comprar y vender a precios justos, de manera que ellas mismas y sus compradores salieran beneficiados por igual. Más tarde, ampliaron sus escenarios de cooperación a través de la compra colectiva de otro tipo de alimentos y también de libros, con los que, en 1808, crearon la biblioteca de Fenwick.
Para ese momento, dicho acto fue revolucionario, pues la idea de que las mujeres se juntaran, especialmente para realizar actividades económicas, era mal visto. Recordemos que las mujeres eran consideradas ciudadanas de segunda clase, dependientes económica y socialmente de sus esposos, padres y hermanos. Sin embargo, la valentía y necesidad de independencia de estas mujeres terminó demostrando que la unión y el trabajo colectivo, sin importar el género o la profesión, son una forma eficaz de crecer y aportar a las comunidades.
En Mujeres Confiar queremos reconocer esta historia y aportar así a la memoria de las mujeres y su rol en el cooperativismo y la economía solidaria.
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